SOÑAR NO DA PARA COMER.
Recordar que tenemos todos los recursos para ser fuertes ante la adversidad: paciencia, perseverancia, claridad y voluntad. Ante ellas, las excusas son sólo argumentos de nuestros miedos. Julio Bevione.
Yo no entiendo por qué a estas alturas de la vida, del desarrollo tecnológico y avances científicos podemos seguir con esa idea tan falsa como aniquiladora que “de sueños te vas a morir de hambre” o “soñar no da para comer”, viendo lo que vemos, teniendo lo que tenemos, alcanzado lo que hemos alcanzamos… ¿alguien duda que todo inició con un sueño?
Más bien creo que soñar no es para todos, si nos basamos en los resultados que se esperan de éxito, fama o popularidad porque ¡ay! de aquel que se atreva a soñar y no logre lo que dijo que haría; pero al mismo tiempo, creo que todos lo hacemos todos los días, pero los olvidamos, los posponemos, los abandonamos. ¿A dónde irán todos esos sueños que no se comenzaron?
Soñar con una pareja que nos ame, respete y acompañe en el camino; soñar con una familia integrada, solidaria, contenedora y cálida sobre la cual apoyarse; soñar con una labor, profesión, empleo que me motive día a día a salir de la cama y dar lo mejor de mí; soñar con conocer un país o muchos países, su cultura, sus costumbres y ponerle palomita a ese mapa en blanco; soñar con mejores políticas públicas para personas con alguna discapacidad o de la tercera edad; soñar con una sociedad respetuosa y amable con los animales; soñar con gente que no necesite el alcohol, drogarse, o estar horas en un casino para evadir su realidad; soñar con un país con menos hospitales y más centros de bienestar y meditación; soñar con vivir en el aquí y el ahora, sin que sea el miedo lo que nos domine y bajo su yugo tomemos nuestras decisiones.
Soñar no implica los grandes embrollos de la vida o para el mundo, soñar es ese anhelo que surge en nuestro corazón y sin saber o tener claros los cómo nos hace irnos moviendo por un camino u otro para llegar al qué, y en ese viaje, nos vamos transformando, ese es el sueño: transformar la realidad, a partir de mi propio cambio.
Soñar es una joda me dijo muy claro hace un par de meses, al iniciar nuestro peregrinar como mentor y alumna, mi coach y guía Álex Ramírez Arballo (GRACIAS TOTALES!), y está en lo cierto. Si no estamos jugando, requiere disciplina, esfuerzo, cambiar hábitos, ordenar cosas, aprender, fortalecerte emocionalmente, prepararte intelectualmente, superar el rechazo, y lo más difícil, desaprender, hacer las cosas de una manera distinta a la acostumbrada. Y en ese recorrer es donde si no sabemos administrar nuestra energía, podemos agotarnos, desfallecer.
Y a esos caminos o cambios de dirección es a lo que mayormente nos da miedo enfrentarnos. Eso que le llamamos fracaso nos persigue como un demonio interno. Pero es que si no es así, ¿cómo podremos saber siquiera si lo haríamos?
En lo personal, yo he tenido que dejar de gastar en ciertas cosas, visito mucho menos los tacos, el sushi y los cafés caros; vendí mi camioneta que tanto quería (y me daba cierta altura por las calles) para comprar un carro más chico, más modesto que por ahora me ayude a economizar gasolina y alejarme un rato de los talleres; dejar de ver a ciertas personas que están en otra dinámica o siguen atrapadas en su mismo círculo sin querer ni poder ver más allá; me he permitido conocer y relacionarme con otras que me ayuden, que me aporten y me hagan ver lo que desde mi perspectiva no alcanzo.
Me he dado el permiso de equivocarme, y volver a empezar sin culpas, juicios, remordimientos o resentimientos que paralizan en lugar de hacerme avanzar. Me sigo equivocando pues, igual que antes, pero ahora lo hago consciente, y aplicándome más en la enseñanza que en la falla. Y me he dejado ayudar, sin duda, no estaría escribiendo esto si no fuera por el apoyo incondicional de mi familia, mis padres que aún sin entender, confían.
¿Qué sería de la ciencia médica y los científicos si no investigaran y desarrollaran sus teorías e inventos bajo la estructura del ensayo y error? ¿Cuántos días, semanas, meses, años han “fracasado” con sus fórmulas para por fin, un día dar con la solución, la combinación perfecta, con la respuesta a las interrogantes, el antídoto a la enfermedad? ¿Acaso no podremos aplicar eso en nuestras vidas? Darnos cuenta que no sólo se vale equivocarnos sino que es necesario hacerlo para aprender, crecer, y evolucionar. Si algo tenemos en contra es el tiempo, sí, y por lo mismo, mientras más pronto comencemos a equivocarnos, más rápido llegaremos a ese punto de aprendizaje donde todo será menos amenazante y avanzaremos seguros a eso que soñamos.
Y pues, así como se vale equivocarnos, también se vale cambiar de opinión. ¿Y saben qué? Tienen razón: soñar no da para comer, soñar te da en tu vida mucho más que un plato de comida en la mesa, un recibo de luz pagado, una colegiatura cubierta, una casa, un coche o unas vacaciones… te da energía activa y en movimiento para dar los pasos necesarios de decisión y acción para lograr esa misión superior, que sólo con el autoconocimiento interior estaremos claros a ver. Sí, es importante fluir, poner los pies en la tierra, conocer de los propios procesos y ciclos de la vida para manifestar nuestra visión, pero lo que nos corresponde a nosotros es la acción, en el presente, en el hoy. Encontrar ese balance entre lo que sé que tengo que hacer y lo que no me corresponde a mí, entregando su parte al destino.
Es verdad, soñar no da para comer, soñar es la posibilidad de conectar con algo tan tuyo y profundo de tu universo interior que a simple vista no se alcanza a distinguir en el mundo observable en el que nos desenvolvemos día a día. Los sueños son inmateriales, sí, e irónicamente su único propósito es que logremos materializar y dejar huella de nuestro paso por esta vida.
Bendiciones, AR.