Yo no te quiero buena, ni delgada, ni fitness.
Querida amiga:
Hace casi diez años nos conocimos, parece que fue ayer, que te vi tan blanca, tan hermosa, tan radiante. Me pareciste de esas personas que siempre quiero tener como amiga. Entregada en tu trabajo, apasionada en todo lo que haces, preocupada y ocupada por los demás, siempre dispuesta ayudar, aunque no tanto para pedir ayuda cuando eres tú la que se siente caer ni a dejarse ayudar.
No sé cuándo lo decidiste, no sé desde cuándo el espejo se habrá convertido en tu tirano. Pero apenas un día antes de que entraras a quirófano, supe que con anestesia y bisturí intentarías cambiar tu cuerpo. Sé que no eres la primera, ni la única, y -para mí- tristemente, ni la última que cortará, drenará y amasará su vientre, caderas, muslos, espalda y brazos para recuperar el amor por su imagen. Lo hecho, hecho está. Y bendito Dios, hasta ahora, dice el doctor que todo va bien.
Pero, sabes, yo no te quiero ni bien buena ni delgada ni fitness. Te quiero tranquila, serena, que dejes de castigarte horas sin comer porque los rigurosos estándares sociales, que nos hemos creído, dicen que estás pasada de peso; que dejes de pelearte con la báscula cada vez que hay que lucir bella para alguna reunión o ceremonia. Que dejes de torturarte cada vez que buscas ropa que ponerte.
Sé que puedo equivocarme, pero vi en tu rostro una mirada perdida, triste, apagada, sin esa chispa que inspiraba e invitaba a ver la vida con optimismo, empuje y gallardía. Sé que estás en plena recuperación física, y tu malestar es temporal, (seguro envidiaré tu cuerpo en un par de semanas) pero no sólo te quiero sin moretones o deshinchada, me gustaría que hubieras dejado en ese hospital los juicios sobre ti, las culpas por no ser perfecta, la carga de no agradarle a todo el mundo, porque no habrá operación que alcance para recibir de parte de todos un halago o su aprobación.
Te confieso que me impactó verte ahí tan vulnerable, tan endeble, tan marcada. Como quisiera poder transmitirte el amor que yo siento por ti, por el ser humano que eres, y por todo lo que me has dado, a veces sin darte cuenta, durante todo este tiempo. Que pudieras ver no sólo el ego que siempre estará insatisfecho con su apariencia, sino el gran ser espiritual que nace de ti. Más que medicinas, vendas o una enfermera, necesitas amarte como amas a los demás, volverte tu principal prioridad, y que trates a tu cuerpo tan delicada y amorosamente como tratas el de las personas que llegamos hasta ti para que con la magia de tus manos transformes nuestro look.
Te quiero amiga… pero te quiero hartamente feliz, te quiero completa, te quiero guapa sí, pero en paz, así de divina pero con las ganas de hacer las pases contigo, con esa mujer que ha ganado las más difíciles batallas contra enfermedades, pérdidas, y problemas financieros.
Como me gustaría que la oración fuera tu guía, y penetrara tan fuerte en tu corazón que nunca más dirijas una palabra de rechazo hacia ti, que te dieras cuenta que el perdón nos quita un par de kilos de encima, y que una buena lectura o meditación es la mejor cirugía para tu alma, sin rebotes, sin efectos secundarios, sin dolor.
Te acuerdas de los dolores de cabeza, te acuerdas de los malestares sin justificación, te acuerdas de las idas al hospital de emergencia, sólo son señales de que te estás olvidando de tu verdadero ser interior, y que tu edad más que en tu piel, la llevas en la cabeza, con viejos moldes, creencias que debilitan a cada paso. Nuestra verdadera naturaleza no está hecha de un cuerpo joven o atractivo sino de una inmensa energía interior, que no envejece nunca, por el contrario mientras más la cultivas a través del tiempo con el amor a ti misma, ilumina con mayor intensidad y resplandor tu vida.
Se, sólo se eso que ya eres, sólo basta recordar: amor, belleza, plenitud, prosperidad, salud, bienestar, abundancia. Esa imagen que deseas ver de ti no es visible a los ojos, permítete enfocar hacia la espiritualidad que habita en ti, hacia esa conciencia divina que te hace hermosa, bella, libre de cualquier molde o prototipo porque eres única e irrepetible.
Honro y bendigo tus decisiones, tu destino, tu vida. Agradezco infinitamente al universo haberte cruzado en mi camino, y permitirme aprender de ti, de valentía, coraje y determinación. Deseo hoy y siempre, que seas tú, tu primer amor, tu prioridad, la persona más importante en tu vida.
Para ti, todas mis bendiciones, AR.