Cuando el carisma no alcanza
Jesús Valdés Palazuelos es quizás el alcalde más joven que Culiacán haya tenido. También uno de los más carismáticos, con una campaña en la que su imagen de político joven, afable y sencillo, le facilitaron un triunfo “cantado” porque literalmente desde que se anunció su candidatura no tuvo rival para ese puesto ni dentro ni fuera del PRI.
111 mil 458 votos son los que se depositaron a su favor en las pasadas elecciones, muy por encima de sus contendientes.
Pero el carisma y una buena sonrisa no alcanzan para lo que se le viene encima. El popular Chuy Valdés llega a la alcaldía de Culiacán en uno de los peores momentos financieros de que se tenga historia no sólo en el estado, sino en el resto del país. Literalmente recibe un municipio sin dinero en caja y con millonarias deudas. Una administración tronada donde no alcanzan los vivos para enterrar los muertos.
Dicen que en aguas tranquilas cualquiera es buen marinero, pero este no es el escenario que le toca lidiar a Valdés Palazuelos desde antes del 1 de enero, ya que dos semanas antes de asumir al cargo tuvo que gestionar un préstamo de 50 millones de pesos a cuenta de esta administración, para cubrir sueldos de la última quincena de diciembre.
Es decir, no rendía aún protesta y ya andaba tocando puertas en busca de recursos y sudando calenturas ajenas. Aún no se acomodaba en la silla y ya le habían endilgado amigos, parientes y conocidos en diversos cargos y peor aún, en el Cabildo, donde los regidores son de diversos grupos políticos, pero no se puede garantizar que sean totalmente leales a Valdés. ¿Cómo se explica la llegada de Faustino Hernández al cabildo, por ejemplo?
La semana pasada, en un ejercicio de franqueza, Chuy Valdés reconoció que no se le podrá pagar el primero mes de sueldo a los empleados de confianza, por lo que les pidió apoyo para que “donen” este mes de trabajo porque no será retroactivo. Una medida a todas luces desesperada e irregular porque el municipio puede ser demandado por esos colaboradores que le han dicho que sí, pero que a la hora de la hora pueden exigir ese pago por la vía legal.
Y por si los problemas no fueran pocos, el alcalde se topa con que los concesionarios de gasolinerías no le quieren fiar combustible porque se les debe. Destaca el caso de una sola empresa a la que el Ayuntamiento le adeuda 16 millones de pesos de combustibles.
De ahí pues, que mucha maquinaria y vehículos de servicios públicos no se muevan o se muevan muy poco por aquello de la escasez de combustible.
Esa es la realidad que recibe Chuy Valdés, quien se enfrenta a su prueba de fuego. Tendrá que demostrar de qué está hecho si quiere que su carrera política no se atore en los baches de Culiacán. Insisto, el carisma y una buena sonrisa sirven mucho en campaña, pero no alcanzan para lidiar la capital del estado y su larga lista de problemas.