AMLO: El Mesías
Y peor si se dejan
Andrés Manuel López Obrador es sin discusión el político más encumbrado frente al proceso electoral del 2018 y a quien muchos dan ya como virtual ganador de la elección presidencial que se avecina.
Pero también, casi todo mundo coincide que la personalidad y comportamiento político del tabasqueño raya en el mesianismo en una doble vertiente: religiosa y moral, que a simple viste es para ejercer el mando de las instituciones de la república es de alto riesgo para la misma democracia del país.
Me resulta difícil escribir este juicio, sin embargo es lo que observo de AMLO y por el conocimiento directo, personal y la que traduce en su práctica cotidiana, me lleva invariablemente a esa conclusión.
Leo sus declaraciones, escucho sus discursos y conozco algunos de sus entretelones con personas que conviven o interactúan y no pintan más que para un discurso plagado de frases y buenos deseos, de descalificaciones que traducen una moral religiosa que en automático define a los buenos y los malos: los que están conmigo y los que no.
No hay priistas, ni panistas, ni perredistas buenos si no están con él, si piensan, actúan y militan distinto a él y por el contrario, aquellos que lo apoyan, que le lanzan porras y algunos hasta le queman incienso, son los buenos, aunque muchos no pueden ponerse sombrero ni cachucha por los cuernos de demonios que tienen, ni vestir ningún traje o disfraz por la cola tan larga que tienen.
Sin duda, sus rasgos y conductas políticas son preocupantes, como lo es también el populismo social y económico que promueve que no represente ningún programa estratégico de desarrollo nacional, como tampoco la nueva república que requiere el país.
López Obrador es un liderazgo político que hoy conviene a TELEVISA y a TELMEX, quienes desde que perfilaron todo su apoyo a Hillary Clinton y en consecuencia al PAN y Margarita Zavala, hoy juegan con dos barajas en su guerra contra Peña Nieto y el Pacto por México, el programa que hoy cursa en los rieles de las reformas estructurales, relación política que los magnates de las telecomunicaciones van a jugar con el y a como les convenga lo van a tratar: lo hacen presidente de la república o se lo van a acabar antes de las elecciones.
López Obrador lamentablemente no entra en su lógica nada que no sea distinto a él y ese solo pensamiento de Luis XIV que decía “El Estado soy yo” no es viable para un país que necesita recuperar la unidad, la concordia, el debate y la plena libertad democrática para construir la república que nos permita transitar este siglo XXI. Así no hay posibilidades de transitar.