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Policías bajo fuego

La cacería en contra de agentes policiacos en Culiacán revela no sólo lo vulnerables y expuestos que se encuentran los encargados de la seguridad en Sinaloa, sino la extensa red de corrupción y complicidades que se tejen en torno a los cuerpos de seguridad pública, que facilitan el homicidio de un comandante justo al salir de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal y nadie interviene para impedir la fuga de los gatilleros.


Asegurar que todos los agentes que han sido asesinados o “levantados” están coludidos con el crimen organizado, no solo es una irresponsabilidad sino una injusticia.


Cada que cae un policía la opinión generalizada e injusta de la población es que “algo hizo” o “en algo andaba”, juzgando y condenando con pocas palabras a la víctima. Ni todos santos, ni todos demonios. Hay agentes coludidos, sí, de eso no hay duda y evidencias las encontramos a menudo. Pero también hay agentes honestos y rectos, que a pesar de las amenazas o a pesar de la oferta económica que les resolvería muchos problemas, deciden regirse con principios y no enredarse con criminales.


De esos también hay muchos ejemplos. Policías que a pesar de las amenazas y de que están en desventaja, han llevado a cabo actos verdaderamente heroicos y han participado en detenciones, cateos y operativos importantes. Son, por desgracia, héroes sin nombre que no se ven ni se reconocen. Son pocos, los menos, dirá el lector con justa razón, pero los hay.

En los últimos homicidios o “levantones” de policías municipales, hay entre ellos casos de agentes con hojas de servicio limpias, con trayectorias si no ejemplares, sí destacadas por su dedicación y buen servicio. Algunos de ellos, según los dichos de sus compañeros y familiares, se negaron a pactar, se negaron a ser parte de la nómina del narco y decidieron mantener su hoja de servicio limpia. Aún así, el poder corruptor y la capacidad de fuego de los grupos delictivos, se los llevó entre las patas, en esta guerra de narcos y aprendices de narcos que no tiene para cuando terminar.


Solo de enero a marzo han sido asesinados en la zona centro 12 agentes policiacos en activo y algunos que acababan darse de baja. No sólo hay terror en las filas policiacas, sino un desánimo que empieza a arrojar las primeras renuncias de policías que prefieren dedicarse a otra cosa antes que estar en medio del fuego. Y de pronto se entera uno que los agentes salen desarmados de la corporación cuando se dirigen a sus casas, un hecho a todas luces ilógico porque los deja expuestos e indefensos ante cualquier ataque.


Atrás de cada agente asesinado o desaparecido, hay familias que se encuentran huérfanas y exigiendo una justicia que se les niega incluso a quienes trabajan para aplicar la justicia. Apenas este miércoles, familiares del agente Juan Zurita, denunciaban que sólo se les apoyaría con 15 mil pesos para gastos funerarios, cantidad irrisoria si se considera que este elemento es originario de Oaxaca, a donde quieren trasladar sus restos.

Fácil resulta juzgar por adelantado y decir que “todos están enredados”, pero si nos detenemos a revisar caso por caso, no todos los agentes caídos estaban coludidos ni enriquecidos por el dinero del narco.


Libreta de apuntes

MIENTRAS tanto, nos informan que salieron cinco nuevos agentes de la academia de policía que serán ubicados de inmediato a las filas de las policías municipales y de tránsito. No puede uno más que sorprenderse con tanta candidez. ¿Qué pueden aportar cinco jóvenes agentes bien intencionados, a esta guerra?


Ancla 1
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