Dictadura tricolor
De numerosos priístas he escuchado voces inconformes respecto de los modos en que se dieron las renovaciones de los cuadros directivos en el Partido Revolucionario Institucional.
Nos aseguran que las recientes imposiciones de dirigentes en los comités municipales del tricolor han dejado un pésimo sabor de boca entre buena parte de la militancia.
Se sienten atropellados, y no pocos advierten que la motivación de trabajar por su partido ha sufrido una baja importante; señalan que la competencia electoral ya se veía difícil, y que la complicación resulta ahora notablemente mayor.
Ven una coincidencia que lamentan: lo único que parece importar ahora es que tener credencial y recomendación del cártel de la llave.
Todo comenzó, acusa, desde la llegada de Carlos Gandarilla a la presidencia del comité directivo estatal tricolor.
Lo mismo, poco después, con el albazo en la Liga de Comunidades Agrarias.
“Hay una dictadura insultante” que de acuerdo con los inconformes atropella la dignidad de la militancia.
Las candidaturas de “unidad” para las nuevas dirigencias en los municipios, reiteran, lastiman la dignidad de la militancia.
Culpan directamente al mismo gobernador Quirino Ordaz Coppel, de quien dicen parece supeditado a los intereses del poderoso jefe del cartel de la llave, el empresario y pro panista Enrique Coppel Luken.
Para los altos mandos priístas el repudio de esa parte de la militancia puede resultar inexistente, en la costumbre de creer que la disciplina reinará por encima de cualquier inconformidad.
Hoy por lo visto no resultaría tan fácil, porque si de por sí andaban ya muy devaluadas las expectativas rumbo a la elección del año próximo, el ánimo se encuentra ahora casi por los suelos ante el desparpajo insultante con que les quitan y les ponen dirigentes.
El optimismo exagerado con que desde las oficinas priístas ven los escenarios, y el valemadrismo con que se actúa, como si la competencia partidista fuera inexistente.
No han aprendido, y lo peor es que ni ganas tienen de aprender.
FALSOS TESTIMONIOS
Cuántas versiones contradictorias nos llegan respecto de cómo sucedieron los lamentables hechos que terminaron con la vida del colega Javier Valdez Cárdenas, el lunes de la semana anterior.
Imposible que quienes se dicen testigos presenciales hayan visto los hechos de tan distinta manera.
Al modo, cada quien asegura que su verdad es la que vale.
Que fueron primero dos balazos y luego diez; que la docena de disparos fue casi en ráfaga, sin la menor espera.
La construcción de teorías que cada quien defiende como la verdadera, con la descalificación y la condena de quienes se atreven a discrepar.
Esperemos que por encima de todo ello impere la justicia, con el castigo de los responsables.