JUAN S. MILLÁN
La comida
Después de casi cinco años volví a compartir la mesa con el licenciado Juan S. Millán en un encuentro del grupo de los sábados “La Tertulia”, que convocan tradicionalmente Don Mario Montijo y su anfitrión Jorge Aragón en el restaurante “La Insectaria” rumbo a Culiacancito, ahora tocó al ex gobernador fungir como anfitrión en otro lugar de la ciudad donde se explayó ampliamente sobre diversos temas, donde sobresalieron comentarios sobre el libro que publicó Arturo Santamaría dedicado a su persona del que abundó en detalles.
La figura del político de mundo jamás le abandonó y siempre se mantuvo con la frase y el comentario al instante sobre lo que preguntaban o comentaban “los contertulios”, y en momentos asumía a plenitud el discurso explayándose sobre los temas que le preguntaron.
Juan S. Millán ratificó su fama bien ganada de ser un referente político de primer nivel no solo de Sinaloa sino incluso del país, con su experiencia desde hace ya casi cincuenta años en la primera fila del gobierno en Sinaloa y con roles nacionales desde los años ochenta cuando asumió la Federación de Trabajadores de Sinaloa y en 1982 fue electo senador de la república, trayectoria que localmente lo llevó hasta la gubernatura de Sinaloa y a nivel nacional le ha hecho jugar roles en la historia moderna del país como sucedió en los años noventa con el debate sobre el TLC previo a su puesta en marcha el primero de enero de 1994.
El consenso unánime de los comensales fue destacar su desempeño como gobernador, que se caracterizó por haber sido un gobernador muy versátil, con mucho control político sobre su partido, buenas relaciones con la oposición y donde quedó claro que su prioridad siempre fue la gobernabilidad del estado, como se puso de manifiesto en algunas anécdotas que recordó, particularmente la de Jesús Leyva “el pescador”, cuando cerró la carretera internacional y fue necesario el desalojo y su proceso penal. La idea, sostuvo, fue el interés público en primer lugar.
En lo personal, lo que más me llamó la atención del encuentro fue cuando abordó el tema de los trabajadores en el país, particularmente sobre el aspecto salarial y la pobreza, que me trasladó, por así decirlo, a los años noventa, precisamente cuando se discutía el TLC a principios de aquella década y recordé los esfuerzos que realizó desde la secretaría de educación del CEN de la CTM para insertar el rol de los trabajadores en aquellos procesos.
Paradójicamente, en aquel proceso el entonces líder sindical de los trabajadores lo llevó a cabo de manera paralela con el dirigente de la COPARMEX en el país en aquellos años, Don Carlos M. Abascal Carranza, quien se destacaba como el líder de la patronal que promovía una nueva cultura laboral como modelo para romper el antagonismo que hasta entonces habrá prevalecido entre el sindicalismo de la CTM y la cúpula patronal del país.
Esas ideas de Don Carlos Abascal, de estirpe profundamente religiosa y vocación política de derecha, estaban convergiendo con un nuevo sindicalismo que se empezaba a debatir en la CTM, debate promovido por Juan S. Millán, después de que el movimiento social laboraldel país de los años ochenta tendía a declinar y perder la batalla histórica y estratégica entre el capital y el trabajo que se había desarrollado desde la constitución de 1917 y que requería nuevos cauces.
Juan S. Millán y Don Carlos Abascal hicieron realidad aquella paradoja del líder sindical y el líder patronal discutiendo y buscando salidas a un destino manifiesto que se encaminaba el mundo del trabajo con la globalización, la internacionalización de la economía y la velocidad de vértigo que adquirió el desarrollo científico y tecnológico, que se sintetizaba en la firma del TLC y que esbozaba la ruina de los trabajadores y quiebra del sindicalismo.
Quizá ni Juan S. Millán ni Don Carlos Abascal consideraron el tamaño de la catástrofe para el ingreso de los trabajadores mexicanos durante la transición al neoliberalismo en el país, por lo que ahora con pasión señala que la pobreza no disminuirá mientras que el salario de los trabajadores no se incremente y tienda a igualarse a los salarios internacionales como ocurrió con los países pobres de Europa (España y Portugal) cuando se inició la Unión Europea a fines de los años 70, que fueron poco a poco equiparados a los de Francia, Alemania e Inglaterra, que incluyó los apoyos para desarrollar sus economía que eran los más atrasados de Europa. Hoy Portugal y España son otra cosa, señaló.
Con esa referencia, coincido en que si se hicieran las cosas de esa forma en la revisión que se realizará al TLC próximamente, México también puede cambiar para mejorar.