BENDITA LOCURA
“Y yo sé que si logro ser fiel a mi sueño ideal, estará mi alma en paz al llegar de mi vida el final”.
Letra de “Sueño imposible” de la obra El Hombre de La Mancha.
No cabe duda que los locos mueven al mundo. Es más, qué sería de esta civilización, de nuestra sociedad, sin los locos… soñadores. Simplemente no la conoceríamos como la disfrutamos ahora.
La obra de teatro “El Hombre de la Mancha” que recientemente se presentó en Culiacán dentro de la temporada de la Sociedad Artística Sinaloense (SAS), no sólo es excelsa en su producción, actuación, música y vestuario, sino en su profundo mensaje. Confieso que no he leído esta clásica obra de la literatura española y que los musicales no son mi hit, pero definitivamente esta puesta en escena te lleva más allá de la historia, trasciende el escenario, y te cimbra el alma, te cachetea el letargo y hace que entre risas y buen humor te cuestiones qué -de verdad- quieres vivir en tu vida, una vez que salgas del teatro.
Todos soñamos, nos imaginamos cómo sería nuestro futuro si hoy hiciéramos esto o aquello, o dónde estaríamos si dejáramos lo otro; sin embargo, pasar de la mente a la acción no es tan sencillo, incluso podemos quedarnos sin cruzar nunca, agobiados por tanta realidad.
Y es que los “cómo crees”, “estás loca”, “cómo se te ocurre” están a la orden del día, y sí, no siempre podrán llevarte a buen puerto desde el punto de vista del fracaso o éxito socialmente admitido; pero, desde la óptica del sueño, de tu intuición, de tu voz más honesta, no hay otra forma de hacerlo.
Recuerdo, quizá, mi primer gran locura. Tenía 21 años, recién graduada de la Universidad, y terminando mis prácticas profesionales, ya tenía trabajo con plaza y todo, comenzaba a despuntar dentro del medio periodístico y radiofónico de Guadalajara, y un día, decido regresar a Sinaloa, motivada por el amor y la promesa del “se casaron y fueron felices para siempre”. Cómo les explico la cantidad de amigos, compañeros, y mi familia por supuesto, que insistieron hasta el cansancio en que lo pensara bien, que fuera realista, y algunos no dejaron de tacharme de loca, de inmadura, y de cómo es posible si “vas muy bien”… pero, ¿a
dónde?, ¿a dónde vamos realmente? En apariencia, la historia no acabó bien del todo, en divorcio, pero hoy les puedo asegurar que el resultado fue mucho mejor de lo que hubiera esperado: dos maravillosos hijos, maestros de vida, un profundo y enorme crecimiento personal, y el inicio de un recorrido interior que no puede caminarse desde la cordura.
En la obra teatral, Don Quijote de la Mancha va con su fiel escudero Sancho Panza, combatiendo contra gigantes de cuatro brazos, defendiendo indefensas damiselas y visitando lejanos castillos, convencido que ante todo y cualquier circunstancia debe luchar por sus ideales, preservando valores como la justicia, la lealtad y la bondad.
Nuestras circunstancias puede que no sean tan heroícas como las del Caballero de la Triste Figura, pero seguro representan una verdadera hazaña cuando tu ideal, se sale de lo “normal”, de lo conocido, de lo lógico, y amenazan el statu quo.
Como la que hace dos años me llevó a dejar mi apacible y cómoda vida dentro de un trabajo estable, seguro, para aventurarme en un proyecto propio, en un sueño personal, en una inquietud nacida del alma: comunicar desde El Ser y la Consciencia. Sin más armadura que mi propia experiencia, la pasión con la que siempre hago las cosas, el apoyo de mi familia y la fe en Dios, que es lo único que te sostiene cuando sientes que, ante los hechos, el suelo se desploma.
El hombre de La Mancha, pese a sus escasas habilidades de combate, logró sobrevivir a todos sus belicosos encuentros, porque aún desconociendo los cómo, tenía muy claro el qué: crear un mundo mejor.
Y si en su época eso se consideraba una locura, ahora en una sociedad como la nuestra, tan caótica y revuelta, aspirar a vivir tu vida desde el corazón y no desde la razón, es sólo para, como canta Joaquín Sabina, locos de atar.
Bendita locura, que todo lo cura.
AR.