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El Sismo y La Cima

· ¡Vivan los defeños!

Dicen que Dios todo perdona y que el hombre algunas veces, pero que la naturaleza jamás. Efectivamente, paso a paso vemos venir un cataclismo universal que aseguran algunos científicos, será una mezcla de sismos, maremotos, envenenamiento del aire, falta de agua y muchas otras formas que reflejará la ruptura de ciclos de la naturaleza que la actividad del hombre, principalmente, ha provocado ¿Cuándo ocurrirá? No lo sabemos, pero los pronósticos son casi seguros, como lo señaló Federico Engels desde 1875 a raíz de las primeras revoluciones industriales.

Y así como en Oaxaca y Guerrero, días atrás, y este martes la CDMX, Puebla y Morelos, la naturaleza explotó una vez más con sus efectos trágicos de destrucción y muerte que a todos nos sacude aunque estemos lejos, pero así seguirá ocurriendo mientras no exista un cambio radical de la humanidad en contra de todos los factores que provocan el calentamiento global, medidas que menguarían mucho los efectos que estamos viviendo, aunque la naturaleza siga su propio curso en el desarrollo de su existencia.

Mientras, ahora somos testigos de la tragedia y el dolor de los capitalinos, pero también del magnificente y sublime heroísmo de la multitud anónima de miles y miles de hombres y mujeres que le han dado a las autoridades del país y de la Ciudad de México una fuerza moral impresionante que a la distancia nos ha emocionado hasta las lágrimas, la entrega, la pasión, la energía, el coraje y las ganas de salvar y ayudar a sus semejantes en desgracia.

Dentro del terror de la tragedia, está la belleza de la gente que se organiza en un ejército de rescate y en una organización de toda la sociedad que seguramente la impresión que vivimos también se transmitió al mundo.

En los primeros momentos nadie sabía la magnitud de la desgracia, pero todos, absolutamente todos en la ciudad, los estados y el mundo de inmediato hicieron acto de presencia ante la autoridad de la Ciudad de México y el gobierno de la república. Fue tanta la solidaridad manifestada por todos, principalmente por los capitalinos y los mexicanos que pronto todo se convirtió en un solo grito: ¡Ayuda!

Así, en menos de dos horas se reportó en Europa que casi 150 países ya habían enviado su solidaridad y tomaban medidas para el apoyo inmediato, tanto que un pequeño país como Honduras ya enviaba un avión con 30 rescatistas abordo en ese momento.

En lo personal siempre he insistido que el ser humano puede ser capaz de lo peor, pero también de lo mejor y creo que permanentemente se esfuerza por lo mejor, tanto que a veces alcanza lo sublime, como ahora lo vemos con los miles y miles de capitalinos que han luchado hora tras hora por salvar a sus semejantes.

No hay nada más encomiable en la vida que dar todo por nada, de hacer hasta lo imposible en aras de encontrar a aquel que quedó atrapado pensando en la peor condición, pero siempre con la ilusión de que viven aún.

Hemos vivido una tragedia más, pero como nunca hemos visto un pueblo, una sociedad, que ha tirado por la ventana sus miserias de todo tipo y ha salido a dar lo mejor que tiene: Un enorme corazón.

Y eso debe ser un estímulo para todos y sentirnos orgullosos del gran pueblo que formamos. Del sismo a la cima ¿No es una maravilla?


Ancla 1
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