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La devoción nuevamente se hace presente


Como cada año, el 11 y 12 de diciembre, el Santuario de Guadalupe, mejor conocido como el templo de la Lomita cuya fundación data de 1909 es testigo de la llegada de miles de peregrinos, que con fe y devoción a sus creencias comienzan su peregrinaje para visitar a la santísima Virgen de Guadalupe al cumplir 486 años de su aparición.

Esta celebración inicia semanas antes, cuando desde diversos puntos de la ciudad y de otros municipios y estados los fieles y devotos emprenden su camino para rendir culto a la patrona de México que se le apareció a Juan Diego el 12 de diciembre de 1531.

Cerca de las doce del día se empezaron a ver los primeros peregrinos, caminando sobre la Avenida Obregón para llegar a las escalinatas y muchos de ellos subir de rodillas los 144 escalones.

Acompañados de sus familias, amigos o incluso solos, el cúmulo de peregrinos se incrementó a medida que transcurría la tarde – de acuerdo a las autoridades, visitarán el templo cerca de 15 mil feligreses-, algunos cargando cuadros de distintos tamaños, cruces o estandartes, para ser bendecidos durante la noche de las tradicionales mañanitas.

Al interior del templo caben 2 mil personas de pie y cada hora tienen que ir saliendo para darles cabida a otras más. Los peregrinos esperan estar ante ella al menos un instante. No importa que sea por tan sólo unos minutos o, incluso, segundos. El frío y el cansancio se quedan afuera de si se trata de la Virgen de Guadalupe.

Simultáneamente los cánticos de los peregrinos resonaban en la Basílica, el olor a incienso se hacía presente y de forma ordenada, los peregrinos caminan a dedicarle unos minutos a la Virgen.

Resulta ser casi indescriptible el momento de encuentro con esta deidad. Con gestos de esperanza, fe, agradecimiento, felicidad y alegría, las personas pasan frente de la imagen de la Virgen, al tiempo que se persignan y dedican palabras de agradecimiento.

Niños vestidos de inditos y penitentes que llegan para pagar una manda, una promesa por habérseles concedido un milagro o un favor, portan veladoras, flores, milagros y ya en el atrio, se arrodillan y lentamente van al encuentro de la morenita de América.

La Virgen morena no sabe de razas ni de clases sociales. Los devotos han llegado de todas las colonias y de los campos agrícolas, se pueden observar niños con uniforme de colegios particulares, y niños con sus clásicos huaraches cruzados, llegan en carro, camión, bicicleta o a pie.

Bernardo Reyes López, es de Oaxaca, dice que desde que era niño ha tenido la devoción de visitar a la Virgen, ya tiene cinco años acudiendo cada 12 de diciembre a la Virgen.

“Trabajo en un campo agrícola y por el trabajo me toca estar aquí, pero la Virgencita está en todos lados y esa devoción se las inculco a mis hijos, por eso los traigo vestidos de indígenas, esa es nuestra cultura y la Virgen nos acoge con todo cariño, no distingue a nadie”, indicó.

“Venimos con la devoción de ver a nuestra madrecita y a agradecer todo lo que nos ha dado”, cuenta Margarita García.

José Luis Ramírez descansa en una de las jardineras del parquecito que está antes de subir las escalinatas, dice que se vinieron caminando desde un campo agrícola de Costa Rica.

“La Virgencita nos salvó al quedar en el fuego cruzado en el Dorado hace ya casi un año, mis amigos y yo pasábamos en ese momento, ya íbamos al campo donde trabajamos, y nos tocó la de malas, estuvo muy fea la cosa, de una camioneta salían balas por todos lados…nos salvamos y estamos aquí para dar gracias a nuestra madre de Guadalupe”, indica.

“La fe y el amor a la virgen se las quiero inculcar a mis hijos, por eso, al salir del colegio los trajimos ahora, porque mañana va a ser imposible”, relata emocionada Maru Islas.

La noche cae y ya casi es tiempo de cantarle Las Mañanitas a La Guadalupana, la canción tradicional mexicana para desearle un feliz cumpleaños.

Esta es una de las tradiciones más grandes de México en la que millones de personas emprenden camino desde muy lejos para poder expresar su devoción a una imagen de espiritualidad y respeto: a la Santa Virgen María, madre de muchos mexicanos.


Ancla 1
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