Cabalgando
Sinaloa no es territorio morenista, pero parece.
Casi nos atrevemos a decir que lo es, o que está a punto de serlo.
Si en el Partido Revolucionario Institucional no están temblando, deben andar más desubicados que un pingüino polar de paseo por la sierra de Choix, durante julio o agosto.
Andrés Manuel López Obrador estuvo ayer en Culiacán, en un mitin que fortalece y confirma que está convertido en la esperanza de muchos mexicanos que lo ven como la única opción de que las cosas cambien de manera positiva.
Hace buen rato que no vamos a eventos masivos de los candidatos, porque nada ha cambiado ni cambiará; promesas que luego no se cumplirán, y por supuesto, a veces más a veces menos, simpatizantes convencidos de que no hay otra opción de candidato o candidata mejor, a veces por quien aspira, a veces por el partido.
Pero no había ninguna necesidad de estar ahí en el mitin de AMLO para saber que fue mucha gente sin necesidad de los clásicos acarreos, y que se hicieron presentes ahí en esa hora tan poco grata para hacer notar su respaldo a lo que ellos llaman como “proyecto alternativo de nación”.
Tenemos la costumbre, cada vez que se acerca un proceso electoral, de asumirnos como simpatizantes de alguno de los candidatos, para interactuar con la gente.
En supermercados y en taquerías, nuestras propias encuestas que ciertamente carecen de lo que se conoce como metodología, pero con el ingrediente de que nos revelan no solamente la intención del voto sino también sus motivaciones.
Confieso mi asombro por el número de ciudadanos, varones y mujeres de edades distintas, que en los comicios del primero de julio votarán por el tabasqueño.
Buen número de las personas con quienes hemos platicado refirieron sus anteriores simpatías por el PRI o por el PAN.
Como es de suponerse, nos tocaron varias pendejeadas y mentadas de madre, cuando con la cachucha priísta o panista nos encontramos con un morenista incapaz de que cambiemos nuestro voto.
En varias de nuestras columnas hemos referido ese hartazgo ciudadano en contra del PRI, y eso es lo que en buena parte llevó ayer al mediodía a miles de sinaloenses rumbo a la Isla de Orabá.
Seguro había ahí de chile y de manteca, como los simpatizantes que hemos encontrado en las calles de Culiacán y de otras ciudades de Sinaloa.
Algunos plenamente convencidos de que Andrés Manuel es el hombre más honrado del mundo; otros que le sin creerle mucho no pierden la esperanza de que cumpla con sus promesas, así como quienes sólo quieren un gobierno con alguien distinto, con la duda de si resultará igual o peor que los demás.
Ése es el escenario estatal y nacional, poco halagador para el PRI; sin que dejemos de reconocer que este partido cuenta todavía con un margen importante de votos duros, cada vez más en la amenaza de ser considera como una especie en peligro de extinción.
El rechazo en contra del PRI es creciente, de manera más que merecida.
Por supuesto, falta todavía mucho tiempo y aunque es difícil que las tendencias se modifiquen, no lo podemos descartar.
Lo importante es que la gente salga a votar, y que su voluntad sea respetada.
Durante las campañas, nuestro deseo poco probable de que se privilegien las propuestas sobre las campañas negras y las descalificaciones.
El horno no está para bollos, con numerosos casos de ciudadanos con un hartazgo rayando en la intolerancia, y en ocasiones más allá de la raya.
Muy fácil resulta prender la llama, en niveles de fanatismo como los que ahora se ven.
A propósito de la visita del virtual candidato presidencial morenista, descartó ayer la posibilidad de que Gerardo Vargas Landeros sea postulado candidato a senador por Juntos Haremos Historia.
Dijo que será bien recibido como ciudadano luego de que renuncie al PRI, pero que ya no tienen candidaturas para repartir.
López Obrador informó lo que ya habíamos comentado en este espacio: que se reunió previamente con Vargas Landeros, y que sucedió hace como seis meses, afirmó; le faltó decir que hubo otra reunión, más reciente. Vuelta a la página pues, respecto de las reuniones y los ofrecimientos.