¿Y luego, Gobernador?
Mentí, al condenar en este espacio el tráfico de influencias que otorgó ilegalmente a la esposa del senador panista Francisco Salvador López Brito una base sindical en la Secretaría de Salud, con trabajadores esperando hasta diez años por ese beneficio.
Me reclamaron que haya faltado a la verdad, y tengo que reconocerlo y aceptarlo.
No es cierto que haya trabajadores hasta con diez años de lucha y espera por su base.
La verdad exacta es que en algunos casos la espera es de hasta veinte años.
Más indignante resulta por eso que, con cero días de antigüedad laboral, la señora María Guadalupe Gastélum Armenta recibiera su plaza; por purititas y desvergonzadas palancas, pues.
Las aberrantes complicidades del Secretario de Salud Estatal, Alfredo Román Messina, y de la dirigente del sindicato Arcelia Prado Estrada.
Pero además de corruptos y tramposos, los tres compinches resultaron extremadamente sensibles ante cualquier señalamiento sobre sus picaradas.
Muy delicadito él, haciendo gala de su cargo público dizque de representación popular, el senador López Brito reclamó y consiguió que Facebook censurara varias publicaciones que informaron de la ilegalidad orquestada con las autoridades administrativas y sindicales de la Secretaría de Salud.
Román Messina y Prado Estrada, por su parte, recrudecieron esas estrategias de amenazas, acoso laboral y terror en contra de quienes se atreven a disentir y reclamarles sus pillerías.
Por eso el ridículo autoritarismo de Francisco Salvador López Brito, un senador doble cara, un panista con doble moral y con doble personalidad cuyas desvergüenzas están saliendo del clóset.
Lo mismo, en las amenazas contra la licenciada en enfermería Dalila Chacón Soto y su esposo Macario Verdugo López, quienes además de ser víctimas de las ilegalidades oficiales ahora resultan perseguidos por la autoridad.
De cómo es posible que estas infamias sucedan y no se corrijan a pesar del público balconeo, la verdad nos resulta inexplicable.
Nos queda claro el cinismo de los tres involucrados en esta infamia, que por desgracia no es la única en su tipo, y por supuesto no nos sorprende que así actúen.
Lo que sí nos llama la atención es por qué la piensa tanto el gobernador Quirino Ordaz Coppel para intervenir frente a tan descomunales injusticias.
Porque además de que existen denuncias públicas que deben ser de su conocimiento, hace pocos días el gobernador fue abordado en Escuinapa por una trabajadora que exhibió esos contubernios, y el ardid de renovar a los trabajadores con contratos por tres meses con los que tramposamente les quieren eliminar su antigüedad, y por lo tanto sus derechos.
Presurosa, al ver el encuentro, se acercó la dirigente sindical Arcelia Prado, quien recibió una mirada de reproche del gobernador, con un reclamo directo, palabras más palabras menos, de cómo es posible que sucedan cosas así, y la respuesta de la dirigente sindical de que “lo voy a arreglar, señor”.
¿VERDAD O MENTIRA?
Me recomiendan algunos amigos que exija a Morena aclarar los dichos de Guadalupe Sánchez, de que ahí le ordenaron que me insultara y me difamara.
Las referencias no solamente son claras, sino reiteradas, me advierten.
Yo les replico que veo eso como uno más de sus inventos; de intentar justificaciones, buscar aliados y apoyos a sus engaños.
Que estoy siendo muy ingenuo, y que les extraña, me insisten.
¿Será?