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ANAYA: atrapado

*por AMLO

En los afanes de la competencia electoral a veces los candidatos olvidan el fondo de las cosas para lo que fueron propuestos y como los merolicos en las ferias, se sueltan hablando sobre el “quien ofrece más” o “si no se anima, le pongo otra cobijita” y así, hasta que alguien levanta la mano y ganaba el paquete. Así parecen los candidatos Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Anaya cuando ambos anuncian que bajarán el IVA al 8% y el ISR al 20% en los estados de la frontera norte.

La posición de AMLO es explicable pero no admisible, pero que Ricardo Anaya de la coalición “Por México al Frente” haga la misma propuesta, es un acto desesperado por la distancia que guarda en las preferencias electorales con el candidato de Morena.

Ricardo Anaya y los estrategas “Por México al Frente” se equivocan profundamente en esta táctica y manifiesta un estado de desesperación, cuando no advierten que su campaña electoral debe ser antagónica y claramente diferenciada de la de López Obrador.

Es obvio que AMLO ha desarrollado una campaña sensorial apegada a la irritación social, que se mueve en el terreno de las emociones, alimenta el descontento, promueve el anti peñanietismo, el anti priismo en base al simplismo de una solución fácil con el hombre honrado e impoluto, es decir “el rey bueno” que sustituye “al rey malo”, como las verdades religiosas.

El frente de Anaya se equivoca rotundamente con esa táctica y tiene perdida la brújula desde que se constituyó, cuando fue incapaz de diferenciarse de una plataforma electorera levantando un discurso de cambio de régimen en busca inmediata de un gobierno democrático institucional y nacional que produzca un cambio radical por la vía pacífica en el país.

Cuando Miguel Ángel Mancera, el competidor entonces de Ricardo Anaya para la candidatura presidencial, les propuso la elección popular para elegir al candidato presidencial, era el punto de partida que rompería el esquema burocrático y vertical al de los partidos políticos en su primer momento, luego se abriría a la sociedad y como consecuencias adquiría ventaja en automático.

La segunda cuestión que no se ha considerado de manera primordial por la coalición “Por México al Frente”, es que representa un movimiento que busca el cambio de régimen presidencialista por un régimen parlamentario que permita poner fin a la monarquía sexenal en que se ha convertido el régimen priista, es decir que el frente busca cambiar de reino y no solo de rey.

La tercer cuestión que ha logrado la campaña de Ricardo Anaya, es que un gran paso hacia ese régimen parlamentario que sustituya al presidencialismo o la monarquía sexenal como usted le quiera llamar, consiste desde ahora en la organización de un gobierno de coalición que tenga como base, un programa de gobierno consensado con las más y mayores representaciones sociales del país.

No enarbolar estos tres grandes ejes para el cambio estructural del régimen político en México, precisamente la reforma que no se hizo el 2014 y que ahora tiene atrapado a Peña Nieto entre la hoguera y el martirologio, es un grave error estratégico de carácter político y electoral que lo primero que provoca es caer en la trampa del contrario y segundo lo peor es que se desvía del debate medular sobre los temas que pueden cambiar la vida del país.

Es cierto, en la competencia a veces el pánico de perder nubla la vista, como parece le sucede a Ricardo Anaya, pero de eso se trata, en la lucha debes tener confianza en lo que propones a los ciudadanos, porque estos no son tontos inútiles sino seres pensantes, capaces de con su voto hacer grandes cambios por el bien del país. Pero si no se hace las propuestas, lo más seguro es que no pasará nada.


Ancla 1
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