El sombrero que reta al Congreso
El diputado Cecilio Gámez Portillo dijo que no es falta de respeto portar su sombrero en las sesiones del Congreso, sino un distintivo de la gente que representa
Ingresaron al salón de sesiones muy ufanos, con sus sombreros calados hasta las orejas. Faltaban unos minutos para que iniciara la sesión del Congreso local. Tomaron sus curules y los demás diputados los veían de reojo; alguno llegó a comentar: “aquí no es establo…”. Los diputados del PRI, Cecilio Gámez Portillo y José Antonio Gutiérrez Obeso, en su primer día de trabajo parlamentario dejaron a un lado todo protocolo, incluso lo que mandata la Ley Orgánica y se sentaban en su curul sin quitarse el sombrero. Inició la sesión y sólo ellos sobresalían. Los diputados novatos, con curiosidad observaban. Sólo el más experimentado, Silvino Zavala, desde su curul, le pidió a Gámez Portillo que se lo quitara. “¡Hey, el sombrero!”, le dijo casi a gritos y aclaró: “tú prometiste que si llegaba a diputado te lo quitarías”. NO ME LO QUITO Y NO ME LO QUITO Después de casi media hora, el legislador José Antonio Gutiérrez discretamente se lo quitó y uno de sus asistentes lo sacaba del palacio legislativo. El diputado Cecilio Gámez Portillo, señalaba una y otra vez: “No me lo quito y no me lo quito; mientras no exista un protocolo en el Congreso del Estado que obligue quitarse el sombrero a cualquier diputado, no tengo porque quitármelo”. Ni siquiera la secretaria parlamentaria, Martha Arredondo, avezada en estos menesteres, quien incluso lidió con el extinto y controvertido diputado, Saúl Rubio Ayala, quien fue asesinado en el 2005, al llegar al recinto vestido de norteño, con un sombrero caro, sin amedrentarse, Martita cortésmente le pidió que durante las sesiones no portara el sombrero y le explicó el por qué. Y le hizo caso. Pero Gámez Portillo, ahora, prácticamente la mandó por un tubo. “Una señora que tiene todo mi respeto me pidió que me lo quitara, pero mientras el protocolo no me lo impida lo seguiré usando”, dijo. Las bromas corrían entre las curules, “el Lupe Esparza”, y el diputado Silvino Zavala sonreía “no se aguantan”. Aclaró que el sombrero sólo se lo quitará cuando se rinda honores a la bandera, mientras no. UN DISTINTIVO El diputado priista señaló que desde pequeño usa el sombrero y sólo prescinde de esta prenda para honrar a la bandera, sin embargo, pese a que tiene 18 lábaros patrios frente a su curul, no lo inhiben y reitera que el sombrero le da identidad. “Mi sombrero ha sido distintivo porque lo he usado desde que estaba niño, es un distintivo de la gente que yo represento, sería para mí una bofetada quitármelo porque yo represento a la gente humilde, humillada, que ha sido relegada de todo presupuesto público”, dijo.
Advirtió que hay otros que con su actuación si le faltan el respeto al recinto parlamentario y otras instituciones “ellos sí han pisoteado todas las insignias con su actuación para su beneficio propio”. Por ello, dijo que no acatará consignas y más que pensar si es o no es falta de respeto usar el sombrero en el recinto parlamentario, se deben de fijar en su actuación como líder campesino. Reiteró que llega al Congreso para defender a los campesinos e impulsar leyes que atiendan realmente la demanda de los productores, que tienen que andar tomando casetas y oficinas ante la falta de resultados.