EPN: el estratega
El desplegado
Enrique Peña Nieto, ciertamente es quizá el presidente con más rechazo de los últimos tres sexenios desarrollando una lógica de todo gobernante, de que todo ejercicio de poder desgasta. Sin embargo, el caso particular de Peña Nieto es inusitado y tiene explicaciones en que ha sido el presidente de la república que abrió una “guerra política” al interior del país con las reformas estructurales y las naturales diferencias con la presidencia estadounidense más estridente de los últimos 20 años, la de Donald Trump.
El presidente Peña Nieto abrió “la caja de pandora” cuando decidió con la firma del “pacto por México” aquel 3 de diciembre del 2012, documento elaborado por el PRD, PAN y PRI, con 96 puntos de medidas para cambios estructurales del país. Allí el presidente decidió confrontar a los dos monopolios económicos más grandes de México: Telmex y televisa. Al aceptar las reformas en telecomunicaciones, y de la misma manera enfrentó al sindicato más grande de américa, el SNTE con la reforma educativa.
Pero si eso no fuera suficiente, en su primer año de mandato firmó acuerdos con el gobierno de la República Popular de China (enemigo número uno de los Estados Unidos), por casi diez mil millones de dólares, deteriorando su relación con el entonces presidente Obama la cual prácticamente no existió durante su primer año de gobierno.
Desde que inició la presidencia de la república fue motivo de profundas controversias, desacuerdos, ataques y confrontaciones que no han cesado y que hoy en día atraviesa por su peor momento (80% de rechazo popular) con el agregado de que su candidato presidencial se encuentra en un lejano tercer lugar y su partido, el PRI, fragmentado y sin brújula, dejándole toda la carga (como si no tuviera ya suficiente).
En ese contexto, el discurso del presidente Peña Nieto contra el presidente Donald Trump a sus reiterados discursos agresivos contra México, el presidente da un giro radical y enérgico y toma la iniciativa política en un contexto de decisiones geopolíticas importantes que de entrada ya lo reposicionaron políticamente en la escena nacional y apunta a que puede ser más contundente y crearse un ambiente más favorable en las próximas semanas.
Para todos es conocido que desde 1985 la intromisión estadounidense ha crecido y cada gobierno mexicano ha otorgado más concesiones desde que Ronald Reagan cerró por un día la frontera con México en ese año con la guerra contra el narco como si Oliver North fuera agente mexicano, la reiterada agresividad para que México abandonara su política de “no intervención en Centroamérica” conocida como la “doctrina Estrada”, la posición de boicot económico para reventar las negociaciones de Miguel de la Madrid con Hong Kong y de trasladar su industria y sistema financiero a México, el aval al fraude histórico de 1988 que llevaron a cabo Manuel Bartlett y Carlos Salinas, más tarde la venta de todas los activos del gobierno y a fines de 1993 la firma del TLC.
Luego siguió la construcción de casi mil kilómetros de muro por Bill Clinton en 1995, después en la etapa del PAN se acordó el “Plan Puebla–Panamá” como una estrategia conjunta para el sur de México y Centroamérica, a la que le siguió “la iniciativa Mérida” como política concreta en la guerra contra el narcotráfico que vino a oficializar toda la intromisión de la DEA, incluida su operación “rápido y furioso” que armamentizo al narcotráfico para obligar al gobierno a reforzar el ejército y crear “la guerra” contra el narcotráfico, el gran negocio de los fabricantes de armas.
En ese contexto de intromisión y permanente colaboración de los gobiernos mexicanos con los Estados Unidos, con sus aberraciones políticas de homofobia, economía y migratoria, la respuesta del presidente Peña Nieto es necesaria y oportuna por las siguientes razonas: vivimos una lucha económica, política y social intensa que nos está desgarrando, hay también un conflicto económico social y migratorio de los Estados Unidos con México y Latinoamérica que requiere respeto y en tercer lugar, estamos en un proceso de renegociación del TLC que es vital para las economías de América del Norte.
Por eso la unidad manifiesta de todas las expresiones políticas a la declaración del presidente es correcta, pero también, como lo expuso Ricardo Anaya, candidato presidencial del “Frente”, es indispensable atender de inmediato la política de migración, seguridad y comercio, con las resoluciones precisas en las próximas semanas.
Mayo es el mes en el que se tendrá que firmar el nuevo TLC y es marco oportuno para todo ello también las posiciones de cada quien pueden definir las elecciones.
Como dijo Peña Nieto, parafraseando a John F. Kennedy en el conflicto con Rusia por la crisis de “los misiles en Cuba” en 1962 “jamás negociaremos con miedo, pero jamás temamos negociar”.