Entre la ira y el miedo

El viejo refrán de que “cuando el río suena”, es que agua trae, tiene una aplicación muy precisa en los acontecimientos del jueves en el CEN del PRI y en las consecuencias que puede tener en la decaída campaña electoral del candidato presidencial priista José Antonio Meade Kuribeña y en su equipo de trabajo, que ha de andar muy preocupado con el relevo de Enrique Ochoa Reza por el guerrerense René Juárez Cisneros, con muy amplia trayectoria dentro de las filas del tricolor (gobernador de Guerrero, senador de la República, alcalde de Acapulco, diputado federal y numerosos cargos públicos y partidistas más).

Desde su llegada a la presidencia del CEN del PRI, después de ser director general de la CFE, los priistas sólo lo reconocían como amigo personal del Presidente Enrique Peña Nieto, nunca como militante de su partido y desconfiaron permanentemente de él. Siempre fue un dirigente en quien no creían ni confiaban sus dirigidos.

Es de esperarse una fuerte sacudida en el comité nacional del tricolor.

Por cierto, Juárez Cisneros estuvo en un tiempo como delegado en Sinaloa, pero ello no obsta para la confusión y la división que ahora se observa en las filas priistas, que han vivido en las fechas recientes entre la ira y el miedo, lo que no augura nada bueno para el partido en el poder y sus líderes formales e informales.