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¿Encuestas falsas?

A menos ya de tres semanas de la elección que tendrá sin duda el mayor número de votantes en la historia nacional, cobra seguidores la percepción de que las encuestas que conocemos, unas más otras menos, nos presentan casi todas ellas resultados cuestionables.

Nos refieren ahora de manera cada vez más insistente sobre las “letras chiquitas” de los sondeos, y se nos advierte que los números “finales” tienen asegunes importantes.

Entre otras cosas, que hay un número muy elevado de personas que han mostrado rechazo a esas encuestas, y que ya dentro de los participantes el número de indecisos sigue siendo muy alto, con una incorporación poco objetiva en lo que se conoce como preferencia “efectiva”.

Si la preferencia “bruta”, de quienes sí responden, resulta cuestionada en virtud del rechazo de un importante número de ciudadanos a responder a los sondeos, la “efectiva” termina con una certidumbre todavía más reducida.

Eso es lo que argumentan quienes se presentan como estudiosos de estos estudios sobre las preferencias electorales, y que afirman que muchas de las encuestas presidenciales de años anteriores han terminado en fracasos mayúsculos por esas letras chiquitas que se ocultan, así como por el supuesto reacomodo indebido de los “indecisos”.

O lo que es lo mismo, de acuerdo con esos expertos eso de que AMLO tiene una enorme ventaja en las preferencias electorales puede no ser tan cierto como la mayoría de los sondeos de opinión nos refieren.

En lo que a quien esto escribe toca, ratificamos que encontramos una mayoría de potenciales votantes a favor de López Obrador, cerca de lo que nos dicen las encuestas, aunque con un voto cruzado mucho mayor respecto de lo que esos mismos estudios nos refieren.

El repudio contra el PRI sigue privilegiando buena parte del sentir ciudadano, seguido de la búsqueda de una opción electoral “distinta” que posiciona al candidato de MORENA con el apoyo de buena parte de quienes aspiran al “cambio”.

En la noche de tres domingos más sabremos, aunque no faltan quienes aseguran desde ya que habrá una votación cerrada entre el primero y segundo lugares.

EL FUEGO “AMIGO”

El gobierno de Enrique Peña Nieto y el PRI tunden con todo al candidato panista Ricardo Anaya Cortés, y los señalamientos de lavado de dinero calan de manera importante en el ánimo electoral.

Acusaciones que cobran perfil de verdad, sin que necesariamente tengan que serlo, con la intención evidente de poner al tabasqueño y al “ciudadano” José Antonio Meade Kuribreña como los dos protagonistas en la recta final.

No necesitamos ponernos al borde del derrame cerebral para llegar a la conclusión de que una pelea entre tres le significa mayores probabilidades de victoria al candidato de la coalición Juntos Haremos Historia.

Si Meade o Anaya quieren ganar, tendrán que posicionarse en un claro segundo lugar con el otro sin posibilidades.

Para sumar el voto de los indecisos o el “útil”, más contra AMLO que a favor del “segundo” lugar.

Puntualicemos que ninguna seguridad hay de que como algunos analistas advierten un buen número de “indecisos” terminarán votando a favor de quien esté en condiciones de evitar la victoria de Andrés Manuel López Obrador.

Así se puede presumir, cierto, pero del dicho al hecho hay mucho trecho.

Reiteremos la incongruencia de quienes dicen que ya nadie detiene la victoria del peje; que presumen que tienen un inmenso equipo de vigilantes anti mapaches, con representantes en todas las casillas electorales, pero que al mismo tiempo afirman que todo está casi listo para la imposición de otro presidente “espurio”.


Ancla 1
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