LEGADO DE TOLEDO CORRO

Don Antonio Toledo Corro fue siempre un apasionado impulsor del desarrollo económico del sur del estado y recuerdo claramente aquel día en que, siendo director de Servicios Ejidales del Banrural, dio a conocer un programa de cocoteros y palmeras que, según sus propias palabras, producirían tanto empleo y riqueza como los que generan los valles agrícolas del centro y norte del estado. Y con el vigor y la energía con que siempre emprendía las tareas que se echaba a cuestas, mantuvo ideas y programas.

Así sucedió con las obras de la carretera Costera y con el proyecto de Fibrasin en Navolato. Todos los días llegaba temprano al Palacio de Gobierno, desayunaba con colaboradores y con algunos periodistas en el comedor del tercer piso del inmueble, terminaba y luego subía al helipuerto para abordar el helicóptero del gobierno estatal y realizar la diaria inspección de los trabajos de la Costera y de la fábrica de fibropáneles, las obras más emblemáticas de su gobierno. Y todos los días, durante meses, lo mismo.

Finalmente, ambos casos terminaron en escándalos que sacudieron al estado de los once ríos, pues se decía que con la Costera se descuidó la obra pública de las principales ciudades y poblaciones urbanas de esta entidad y se favoreció a proveedores muy identificados con el régimen, así como a otros intereses. Fibrasin también resultó muy controversial, pues nació como el ingreso de Sinaloa a la etapa de la industria pesada, lo que nunca sucedió, incluso el mismo proyecto de los fibropáneles fue un fracaso.

Con la autopista Culiacán-Las Brisas, construida en tiempo récord, se inició en México toda una era con el uso de asfalto precocido y trabes, que se utilizaron en México en esas obras de concreto en la construcción de puentes, carreteras y vialidades, materiales que por primera vez se utilizaron en México y que aceleraron el proceso de construcción. Ahora vemos que con esas tecnologías en Sinaloa se construyen caminos, carreteras y puentes en días y semanas, algo que antes tardaba meses e incluso años.

Sin embargo, en mi concepto, a pesar de que el gobierno toledista inició con una histórica y polémica disputa con la Universidad Autónoma de Sinaloa por el control de las escuelas preparatorias, la obra más trascendente en el régimen de Toledo Corro estuvo en el campo de la educación, por la creación del Colegio de Bachilleres de Sinaloa en un momento en que el acceso a ese nivel educativo era muy limitado; por la oficialización, de un plumazo, de más de un centenar de escuelas secundarias que funcionaban por cooperación, haciendo gratuita la segunda enseñanza para miles de adolescentes y jóvenes sinaloenses. Finalmente, con la fundación de la Universidad de Occidente, hoy autónoma, se creó un contrapeso en educación superior, de cara a la UAS, con la que tuvo grandes confrontaciones.

En el campo de la educación, Toledo contó con el talento de Mariano Carlón López; en obra pública, con la colaboración del arquitecto Jaime Sevilla Poyastro. Sevilla observó en Arizona, Estados Unidos, la construcción rápida de carreteras con asfalto precocido y lo trajo a Sinaloa; los trabes para acelerar puentes y poner los muros que dividen carriles de circulación en carreteras, en Europa. En México ya había participado exitosamente en la construcción de escuelas prefabricadas.