Vendidos
Impunes, los mapaches electorales del pasado proceso.
Grupos armados, policías y ciudadanos trabajaron claramente de manera ilegal a favor del PRI, pero las autoridades electorales presumen que tuvimos comicios sin incidentes graves.
Vemos incluso dictámenes con supuestos errores de redacción que corrigen para de nuevo regresar a lo primero, y como si nada pasara.
Sí que resulta muy difícil cometer fraude, pero por supuesto que se puede.
Sólo se necesitan funcionarios electorales vendidos, y quedó demostrado que los tenemos.
El lavarse las manos y hacerse los occisos son evidencia plena de su parcialidad y del incumplimiento a la alta tarea que se les encomendó.
No hacemos un señalamiento generalizado a todos los funcionarios y trabajadores, pero sí de manera institucional: el Instituto Nacional Electoral y el organismo local nos fallaron de manera muy grave, una vez más.
La elección local anterior lo vimos y señalamos en Altoparlante, particularmente por las incidencias con que terminó oficialmente la victoria de Fernando Pucheta por la presidencia de Mazatlán.
Hoy se tienen evidencias de actos graves en Cosalá y Mazatlán, además de numerosos señalamientos en varios municipios de la entidad.
Pero al instituto y a los respectivos consejos electorales terminó valiéndoles.
Muy rigurosos y estrictos, a conveniencia.
Nos vuelven a quedar debiendo, y mucho.
Pero ni tantita vergüenza les da; jure usted que muchos de ellos buscarán repetir en esos cargos, que por cierto son muy bien pagados.
QUÉ DELICADITOS
Gritan priístas en contra de supuestos excesos de poder por parte del virtual presidente electo Andrés Manuel López Obrador, ante el anuncio de la desaparición de las delegaciones federales y la puesta en operación de coordinadores estatales que, como es natural, estarán a las órdenes de ya saben quién.
Qué malitos pal piquete los tricolores, como si no se hubieran percatado de que durante todos los gobiernos de su partido siempre existió y ha existido un poder prácticamente único y omnipotente.
Ahora que no les tocará, se hacen los indignados.
Epidemia de doble moral, en todos los colores y en todos los sabores.
Respecto de los delegados federales todavía existentes, hay que decir que ninguno de ellos ha tenido ni tiene la última palabra en los asuntos importantes.
Fungen simplemente como representantes de sector, y llevan ante los coordinadores regionales los asuntos locales.
Cadenas de mando, escaleras de menos a más con decisiones que terminan con subsecretarios o el mismo secretario del ramo, y a veces hasta con el mismo primer mandatario de la nación.
De entrada, nuestra reiteración a favor del anuncio de desaparecer las delegaciones.
Por supuesto, hay áreas técnicas que reclaman la atención por parte de especialistas; no hay todólogos ni aquí ni en el resto de la galaxia.
Detalles como éste tendrán que ser considerados.
Y los coordinadores generales, si finalmente funcionan, tendrán que coordinarse respetuosamente con las autoridades estatales y municipales.
Sin distinción de colores, porque para eso debe ser el servicio público.
Aplica para todos, y de manera particular para quienes tras la contundente victoria nos han prometido que serán diferentes y mejores.