¿Honestidad? : Altoparlante
Altoparlante
¿Honestidad?
Por Juan Manuel Partida Valdez
Comentamos en una de nuestras columnas anteriores que a Rubén Rocha Moya le duele mucho lo de la transparencia y la rendición de cuentas.
Existe en su contra ante la Fiscalía General de Sinaloa una denuncia por el delito de tráfico de influencias, con una Constructora CHOCOSA S.A. de C.V. que siendo propiedad familiar ha recibido contratos por casi 65 millones de pesos, la mayoría por adjudicación directa o “invitación a tres”.
Este negocio tiene como propietarios a Rubén Rocha Ruiz y Ricardo Rocha Ruiz, está ubicado en Culiacán y registrado en Hacienda federal, pero a más de diez años siguen sin inscribirlo en el Registro Único de Proveedores y Contratistas, y según el Registro Público de la Propiedad y el Comercio local es una empresa que no existe.
Los hijos del candidato a gobernador por Morena aparecen con cero carros a sus nombres como particulares, y oficialmente están en Sinaloa con no actividad empresarial.
De Rubén Rocha junior, una casa en La Primavera con valor catastral de 9 millones 384 mil pesos, que en extraña coincidencia no aparece oficialmente en el registro público de Culiacán.
Negocios que son pero no son, con propiedades y vehículos cuya información se filtra o se esconde en los registros públicos oficiales.
Por donde se mire, la transparencia y la rendición de cuentas en esta familia se ven muy escasas, por no decir que nulas.
Nada que se acerque siquiera un poquito a lo que tanto nos presume el aspirante a gobernar nuestra entidad.
Debería preocuparse Rocha Moya en puntualizar con claridad absoluta, particularmente porque en sus primeros discursos de campaña habla y habla en contra de la corrupción y de los corruptos.
Entendamos que el que calla otorga, y por ello no sirve para nada su alegato de que todo lo informó ya en su declaración pública tres de tres.
Sobre la investigación formal sobre la presunta comisión del delito de tráfico de influencias presentada en noviembre pasado, nada se ha informado públicamente.
En esto de traficar influencias, recordemos que Rubén Rocha y su gente fueron sacados de la oficina de representación en Mazatlán, tras negarse a pagar la renta.
Al arrendador le pidieron “cooperar con el próximo gobernador”, lo amenazaron y advirtieron que le convenía más perder ese dinero, calladito.
Sirva este antecedente reciente para advertir que eso de la honestidad no parece dársele mucho al hoy candidato a gobernador, además de ser un elemento que refuerza la necesidad de que nos aclare lo que él y su familia tienen, y cómo lo han obtenido.
CON ESOS AMIGOS
Dirán en sus otros datos que son bromas de cuates, pero está muy claro que Rubén Rocha Moya y Jesús Estrada Ferreiro se tienen odio jarocho.
Fingen apoyarse, pero cada uno tiene ganas inmensas de que el otro pierda la elección de calle.
LA MAROMA DE SIEMPRE
La 4t analiza presentar una denuncia penal por el “montaje” de la jeringa vacía.
Es una lástima que la vergüenza no se puede inyectar.
No hay manera pues de resolverle ese gravísimo problema al presidente mata niños.
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